El sábado celebramos el cumple de mi hijo (7 años) con un grupo de 19 niños y, lamentablemente, no volvería a repetir porque la organización dejó mucho que desear y en vez de disfrutar del cumpleaños de mi hijo, pasé una tarde muy estresante.
Lo bueno: el sitio es muy chulo, con muchas actividades, buenas vistas y en medio de la naturaleza y los niños se lo pasaron fenomenal.
Lo malo: un solo monitor para controlar a 19 niños de 7 años es muy poco. De hecho, tuvieron que estar mi marido y un amigo todo el tiempo porque no nos sentíamos tranquilos. En mi caso, me acerqué a contar a los niños como 4 o 5 veces porque no estaba nada segura de que de repente alguno se hubiera perdido o escapado por algún lado. El sitio es grande y, repito, son niños de 6-7 años.
Durante la merienda, los monitores dejaban la comida sobre la mesa y se iban y nosotros tuvimos que encargarnos de servirles las bebidas, acercarles la comida, y, en definitiva, atenderles. Nunca he visto nada igual, porque en los parques de bolas los monitores se encargan de todo y los padres vamos de vez en cuando a echar un ojo o a sacar fotos.
Pero el problema más grave vino porque no respetaron los horarios que ellos mismos establecieron (1' 30'' para la actividad de la granja y 1 hora para la actividad de tiro con arco) y los pusieron a merendar mucho antes de la hora prevista. Por tanto, 50' antes de la hora de recogida se habían quedado sin actividad, y me dicen que no hay monitor para atenderles y que la única opción es dejarles una pelota para que jueguen.
Yo, la verdad, es que me quedé tan nerviosa, pensando en que qué iba a hacer con 19 niños de 7 años durante casi una hora, que en ese momento no se me ocurrió hacer lo que tenía que haber hecho: pedir la hoja de reclamaciones.
Afortunadamente, los padres que había por ahí me echaron un cable y los niños, ajenos a la situación, lo pasaron en grande con la pelota y jugando al escondite inglés en una especie de "merendero" en el que nos tuvimos que quedar, porque de primeras nos dijeron que nos quedáramos en la zona de actividades de la entrada, pero que los niños no podían hacer uso de ninguna actividad porque no había monitores disponibles para atenderles. Y, claro, en cuanto los peques entraron en esa zona, lo primero que hicieron fue subirse a todo.
Sigo sin entender que no cumplieran los horarios de la actividad y que nos dejaran tirados durante casi una hora entera. Y sí, me consta que los niños tenían hambre y pidieron la merienda, pero lo lógico es hablarlo primero conmigo (cosa que no hicieron) y proporcionar una alternativa.
¿Por qué no repetiría? Porque no estuve tranquila en ningún momento. Sí, mi hijo se lo pasó en grande y los demás peques también, pero he pagado casi 500 euros para desentenderme de todo. Porque para ocuparme de 19 niños, lo celebro en mi casa, contrato unos monitores y me gasto la mitad. Que, por cierto, la merienda tampoco es ninguna maravilla aunque tuvieron un error y nos pusieron sándwiches a mayores (yo había contratado pizza), así que finalmente sobró bastante comida y nos la llevamos. Pero vamos, que incluso la tarta llegó ya cortada en porciones y la vela la sopló el niño en su pequeño rectángulo de tarta.
La chica de la entrada (no recuerdo su nombre) fue atenta y agradable en todo momento, eso tengo que decirlo, aunque no me pudo solucionar el problema.
Y también añadir que me cobraron como a mitad del cumpleaños (realmente me pidieron que pagara nada más llegar, pero entre una cosa y otra al final pasó una hora), y ya hasta me huelo que te cobran con antelación para que luego no haya gente que se niegue a pagar o que quiera pagar menos.
En conclusión, me parece un buen sitio para celebrar cumpleaños de niños más mayores y más autónomos, pero desde luego yo no tengo pensado repetir y me quedo con al espina dentro de no haber pedido la hoja de reclamaciones.